La arquitectura peruana está pasando por un buen momento: está presente en el debate ciudadano en el país, y es parte del debate internacional actual; ya sea con celebraciones o críticas, los nuevos proyectos y obras de arquitectura en el país, están en los temas de opinión pública.
Particularmente en los últimos meses, se ha discutido una serie de acontecimientos en Lima, como la polémica “visión de ciudad” de la Municipalidad de Lima (demostrado en la Costa Verde y los “by-pass” de la capital), como también algunos hechos positivos en la vida cultural local; por ejemplo, el inicio de la construcción del MUNA, el anuncio de dos finalistas en Lima del Premio del MCHAP, así como el reconocimiento a la participación peruana en la Bienal de Venecia, y la premiación de una oficina peruana en el concurso internacional del MALI, por citar algunos de los más importantes.
En todos estos eventos, la Arquitectura, como quehacer relevante para la ciudad, ha empezado a ocupar un espacio en la vida cotidiana de muchos ciudadanos, y se está convirtiendo en uno de los temas de conversación y debate relevante en la producción cultural nacional.
Uno de los hechos más difundidos recientemente, ha sido la muestra del Pabellón Peruano en la Bienal de Arquitectura de Venecia. En junio se inauguró la 15° Bienal de Arquitectura de Venecia, el espacio más importante del debate arquitectónico internacional. En este evento, en donde participa la mayoría de países a través de distintos formatos, se premia a las propuestas individuales y pabellones nacionales que generen mayores aportes a la reflexión disciplinar, dentro de un planteamiento curatorial que busca definir el “estado de la Arquitectura actual”, así como sus preocupaciones y retos futuros. Este año, la bienal estuvo dirigida por el chileno Alejandro Aravena. En ella, el pabellón peruano -a cargo de Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse, con el comisariado de José Orrego- obtuvo una mención especial; el reconocimiento más importante después del primer lugar, el León de Oro obtenido por España.
Este premio resulta doblemente importante. Por un lado, no sólo demuestra el buen nivel del pabellón, y la propuesta peruana para participar en el debate internacional -lo que ha hecho que muchas instituciones, críticos y arquitectos en todo el mundo empiecen a centrar sus miradas en la producción arquitectónica que se desarrolla en los últimos años en el Perú- sino principalmente, ha logrado la visibilidad local e internacional, así como el reconocimiento masivo del Plan Selva1 para la educación , implementado por el MINEDU en las zonas más necesitadas de la Amazonía peruana.
Otra noticia importante para nuestro medio, ha sido la nominación de dos edificios construidos recientemente en Lima, como parte de los siete finalistas del más importante premio americano: El Mies Crown Hall Americas Prize (MCHAP). El MCHAP es un premio bienal que reconoce las mejores obras construidas en el continente americano. Este premio a la arquitectura de “las Américas” fue creado en el 2014 por iniciativa de Wiel Arets desde la dirección de la escuela de Arquitectura del Illinois Institute of Technology (IIT de Chicago), con la colaboración de influyentes figuras del debate arquitectónico mundial como Kenneth Frampton (Columbia University) y Phillis Lambert (Canadian Center for Architecture, CCA de Montreal). Este premio, se ha convertido en el premio más importante que se tiene hoy en día para la producción de arquitectura en el territorio americano, y por lo tanto, se equipara a los grandes premios de arquitectura europea que existen hace varias décadas, en los que se busca abrir una reflexión continental sobre lo que en esta vasta región se aporta y propone al desarrollo de la arquitectura. De los 233 proyectos nominados en esta edición, el Perú ha quedado representado por dos de las siete obras finalistas para el gran premio, que será anunciado en octubre de este año. El Museo de Pachacamac de la oficina peruana Llosa Cortegana Arquitectos y la sede de la UTEC, de la oficina irlandesa Grafton Architects, con la colaboración del arquitecto peruano Alejandro Shell.
Igualmente positivo ha sido la noticia sobre el inicio de las obras del Nuevo Museo Nacional Arqueología del Perú (MUNA), proyecto liderado por Alexia León junto a Lucho Marcial, Paulo Dam y José Canziani. Esta noticia es muy valiosa para la arquitectura peruana, no sólo porque ha significado la selección de un excelente proyecto para realzar el gran valor de la cultura precolombina peruana, sino también resulta clave para validar la práctica de los concursos de arquitectura como el mejor mecanismo para seleccionar un proyecto de interés público. El concurso del MUNA promovido por el Ministerio de Cultura fue un concurso abierto a nivel nacional donde los profesionales peruanos participaron en la concepción de un edificio que será emblemático para el Perú. Edificios como este, resultan ser de interés nacional, no sólo porque son parte de la identidad de la sociedad y piezas relevantes de la construcción cultural del país, sino porque generan un debate entre los ciudadanos que los hace formar parte del colectivo.
Por último, otra noticia importante, ha sido el premio al proyecto “Patio & Pavillion” en el concurso del MALI, del equipo formado por las oficinas Llama Urban Design (Perú) y Burgos & Garrido (España). De entre las 387 propuestas provenientes de 56 países para la ampliación del ala contemporánea, es significativo para el medio nacional, que la sociedad peruano-española haya sido premiada para desarrollar este importante proyecto para la arquitectura peruana, y para la ciudad de Lima en especial. El concurso del MALI ha sido un espacio en donde se ha podido medir la calidad de las propuestas arquitectónicas de los profesionales peruanos en el medio internacional. Lo destacable, es que además de la propuesta ganadora, hay que apuntar las varias menciones que han recibido las oficinas peruanas por parte del jurado.
Sin duda, el concurso del MALI ha sido una excelente oportunidad para reflexionar sobre el futuro de la ciudad de Lima, y en ese contexto, pensar la relación que tienen las instituciones con el espacio público, así como el rol que tiene la arquitectura para resolver intereses específicos (en este caso los del MALI) en sintonía con el bien común ciudadano, lo cual, debe quedar como un aporte a la gestión de la ciudad y los futuros proyectos de intervención urbana.
En ese sentido, los proyectos y obras mencionadas, evidencian de distintas formas que la producción arquitectónica en el Perú ha cobrado relevancia en el debate nacional, y en escenario arquitectónico internacional, y ello, hay que saber reconocerlo. La mejor forma de hacerlo, es seguir fomentando el debate local, creando nuevos espacios físicos y mediáticos para el intercambio de ideas, pero sobre todo, más oportunidades de participación a través de concursos arquitectónicos y urbanísticos para los nuevos edificios y espacios públicos para la ciudadanía.
De esa forma, la arquitectura se podrá convertir realmente en parte de nuestra vida cotidiana, y en un espacio de expresión cultural, logrando generar vínculos con la sociedad. Para lograr este objetivo es necesario seguir con iniciativas tan importantes (ya sean privadas o públicas), como han sido los casos del MUNA, la UTEC, el MALI, el Museo de Sitio de Pachacamac, y la curaduría del Pabellón Peruano en la Bienal de Venecia, como se logró hacer con el Lugar de la Memoria, la Biblioteca Nacional, o décadas antes, todos los ministerios, instituciones y oficinas del estado. Únicamente así, se podrá consolidar esta práctica, como un verdadero mecanismo de selección de nuevas propuestas de calidad, tanto para nuevas infraestructuras sociales y espacios para la ciudadanía.
Sin estos mecanismos, fácilmente destacan la arbitrariedad y la improvisación en la construcción de la ciudad, interrumpiendo la vida cotidiana de los ciudadanos.
En ese sentido, las manifestaciones sociales en contra de las obras que afectan las transformaciones urbanas en la costa verde y el by-pass 28 de Julio son demostraciones de que la sociedad ha reconocido que la ciudad es su espacio de trabajo, de recreo y de movilización: es su hábitat natural, y por ello, hay que protegerlo. El reconocimiento de muchos vecinos de Lima como “ciudadanos”, ha producido su interés por la ciudad, sus espacios de uso colectivo; y este síntoma, es clave para el éxito social de la ciudad.
Siendo conscientes de este hecho, crear y mantener los espacios para las propuestas, difusión y debate, son claves para seguir avanzando en el desarrollo cultural y social del país. Igualmente, si se logra reconocer que la arquitectura sienta las bases de los espacios para el desarrollo de las personas al definir su entorno inmediato, es tarea fundamental mejorar las condiciones para la creación de la arquitectura, y con ello, se logrará un mejor desarrollo del país.
[1] Equipo liderado por Elizabeth Añaños.